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Clowes contra el mundo.

La tercera adaptación cinematográfica de un cómic de Daniel Clowes vuelve a presentar a un protagonista, Wilson, que ve con ojos críticos el entorno que le rodea. Repasamos la trayectoria  del dibujante norteamericano como guionista de Hollywood.

En la historieta corta “Guante de seda”, publicada originalmente en el número once de la revista Eightball en 1993, el dibujante norteamericano Daniel Clowes (Chicago, Illinois, 1961) ilustraba una supuesta adaptación cinematográfica de su cómic  “Como un guante de seda forjado en hierro” en la que  Hollywood malinterpretaba la surrealista y siniestra obra de partida para convertirla en un superficial producto de acción. Al final de la historia la pareja que está viendo la película revelaba algunos datos sobre el dibujante que la había escrito: “¡Ganó un montón de pasta con la película y se hizo adicto a la cocaína, y se endeudó con la mafia, y ahora se ha hecho evangelista!” A pesar de esta desconfiada visión del mundo de Hollywood Clowes no tardaría en encontrar un cierto filón en la traslación de sus cómics al formato del largometraje, aunque no haya sido en el campo de las grandes superproducciones, sino en el más personal terreno del cine indie. “Wilson”, que llegó a las salas el pasado 5 de mayo, es el más reciente ejemplo.




Nihilismo adolescente.

Ya en 1998 los aficionados a los tebeos pudimos distinguir el personal trazo del dibujante en el póster de la negrísima “Happiness” de Todd Solondz. Pero su verdadero debut cinematográfico llegaría un par de años más tarde, en 2001, con su guión para la película “Ghost World”, versión de la novela gráfica del mismo título a cargo del director Terry Zwigoff y protagonizada por Thora Birch como Enid y una joven Scarlett Johansson como su inseparable amiga Rebecca.  Birch venía de protagonizar la oscarizada “American Beauty” (Sam Mendes, 1999) mientras que Johansson era prácticamente una desconocida. Resulta curioso comprobar cómo han cambiado las cosas pero es de justicia señalar que Birch realizó un gran trabajo mimetizándose a la perfección con el personaje del tebeo, una adolescente sarcástica y un tanto confundida que emprende un agridulce viaje hacia la madurez frente a un mundo alienado y consumista. Steve Buscemi encarna un rol inexistente en el libro, el de un coleccionista musical que recuerda en sus reflexiones a Rober Crumb, el gurú del cómic underground al que Zwigoff dedicó un imprescindible documental .

La película no gustó a algunos aficionados como el guionista de cómics español Hernán Migoya pero sus punzantes diálogos y su memorable banda sonora- en la que destacan la canción bollywoodiense “Jaan Pehechan Ho” y el melancólico tema original del filme a cargo de David Kitay- la convertían en una cinta divertida y ácida a medio camino entre el retrato nihilista de la vida en los suburbios del David Lynch de “Terciopelo azúl” y la comedia gamberra del Kevin Smith de principios de los noventa, con algún destello de la serie de animación “Daria”, cuya última temporada se emitió justamente en el año en que se estrenó esta película.  El filme fue nominado al Oscar al mejor guión adaptado.

El futuro no podía pintar mejor para la carrera cinematográfica del recién estrenado guionista pero el siguiente paso fue en falso. Se trató de la olvidada “El arte de estrangular” (2006) , de nuevo dirigida por Terry Zwigoff y que supuestamente adaptaba la historieta corta “Art School Confidential”, que puede leerse en el recopilatorio de la Cúpula “Twentieth Century Bola Ocho”. Más tarde  Daniel Clowes confesaría que sólo mantuvo el título para recibir dinero como autor original de la obra, ya que la trama tenía poco que ver con la historia original, basada en la mala experiencia del artista durante su época de aprendizaje en el Instituto Pratt de Nueva York. Pese a un comienzo satírico, el material se tomaba demasiado en serio y sólo cobraba interés en su conclusión.  Más allá de un par de cortometrajes-y un plagio por parte del actor reconvertido en director Shia LaBeouf- pasaría algún tiempo antes de que otra obra del dibujante fuera adaptada a la pantalla. 

Un sociópata con don de gentes.

“Creo que todos tenemos una historia que contar”, afirma Wilson en la piel de Woody Harrelson al comienzo del filme de Craig Johnson, un director que se destacó en Sundance gracias a la emotiva “The Skeleton Twins”. La caracterización y la interpretación convierten al  actor de “Asesinos natos” o “True Detective” en un ser puramente Clowesiano. Un tipo huraño y quejica que, sin embargo, se jacta de tener don de gentes y no duda en molestar a sus semejantes con opiniones demasiado honestas, y en ocasiones hirientes, sobre todo lo que le rodea. En su primera mitad la cinta de Johnson recupera el espíritu de “Ghost World” y también su aspecto visual, con un uso de los colores que de nuevo remite a la paleta habitual del dibujante. También agrada la presencia de Laura Dern, aunque su elección para el papel de la exmujer de Wilson da un cariz distinto al personaje.

Clowes ideó este cómic cuando su padre estaba a punto de fallecer. Mientras tanto leyó una biografía de Charles Schulz, el creador de “Peanuts” (Carlitos y Snoopy), y descubrió que había notables parecidos entre el célebre dibujante y su progenitor. El resultado fue una peculiar mezcla de pesimismo, esperanza y sonrisas congeladas, que cambiaba de dibujo en cada página para rendir tributo a las tiras de prensa norteamericanas.  Este juego visual era difícil de trasladar a la película pero al menos esta conserva parte de su mordacidad y socarronería. A medida que avanza la cinta tanto el guión de Clowes como la realización de Johnson introducen pequeños pero significativos cambios a la trama que terminan por edulcorarla. Aunque tarde, Wilson acaba adaptándose. Un final que contrasta con el incierto destino de Enid en “Ghost World”.

En una entrevista a The Guardian en 2015 Clowes admitía no estar demasiado interesado en seguir escribiendo guiones para la gran pantalla, pero todo parece indicar que veremos también una adaptación de su novela gráfica “Paciencia”. La relación del autor underground con el mundo audiovisual no tiene visos de desaparecer. Los resultados, aunque irregulares, suelen ser superiores a la media. Todo irá bien mientras Clowes no se vuelva adicto a la cocaína. Ni evangelista. 













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